Antes de la llegada del hombre blanco, un heterogéneo conglomerado de más de 500 pueblos distintos habitaban Norteamérica. Todos ellos estaban emparentados entre sí por lazos ancestrales que, en la mayoría de los casos, yacían soterrados desde hacía tiempo en el pasado olvidado y remoto que una tribu apenas veía en otra algo más que una potencial competidora... Todas aquellas tribu luchaban, cada cual a su modo, contra la naturaleza, sus caprichos y sus estaciones climáticas, contra los animales y, frecuentemente, unos contra otros. Luchaban, a veces encarnizadamente, pero, salvo contadas ocasiones, no se destruían unas a otras. Para eso tuvo que llegar el hombre blanco y sus codicias. Unos, nómadas, cazaban y buscaban forraje, y desarrollaron sociedad belicosas de grandes guerreros. Otros, ya asentados, se dedicaban a la agricultura y construían montículos para sus dioses y difuntos. Unos y otros vivían en cuevas, chozas, tipis, cabañas de madera e, incluso, en estructuras de bloques de hielo, armaban embarcaciones, se mantenían interrelaciones y desarrollaban culturas más sofisticadas de lo que se suele creer.
Que el sol te traiga nueva energía cada día.
Que la luna restaure tu Ser suavemente por la noche.
Que la lluvia te limpie de preocupaciones.
Que la brisa sople nuevas fuerzas en tu ser.
Que camines tranquilo por el mundo
y aprecies su belleza todos los días de tu vida